El caso de la chantajista sentimental by Erle Stanley Gardner

El caso de la chantajista sentimental by Erle Stanley Gardner

autor:Erle Stanley Gardner [Gardner, Erle Stanley]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1956-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 11

Mason cerró con cuidado la puerta de su despacho particular, acercóse a Della Street y le murmuró:

—Tendrás que tomarte un pequeño descanso para ir a beber una taza de café.

—¿Y luego?

—Luego irás al teléfono; asegúrate de que nadie está en situación de ver el número que marcas. Llama a Stewart Bedford y dile que bajo ningún pretexto trate de telefonearme; que ya le llamaré de vez en cuando desde una cabina pública; explícale que la policía sabe que estoy complicado en el asunto y que tal vez esté vigilando mi despacho.

Della Street indicó con un ademán que había comprendido.

—Ahora —prosiguió el abogado— tendremos que ser muy, muy prudentes. El inspector Tragg sabe que Paul Drake interviene en el asunto. Ahora bien, Tragg es una temible mezcla de inteligencia, de competencia y de tenacidad. La policía conoce el automóvil alquilado por G. Corning en la agencia, y ha obtenido las huellas dactilares que hay en él. Si algún detalle les orienta hacia Bedford, nadie podrá impedirles que tomen sus huellas y demuestren que él estaba en ese coche.

—¿Y mistress Bedford? —observó Della—. ¿No estás obligado a hablar de ella a míster Bedford?

—Como abogado de míster Bedford debo servir lo mejor posible los intereses de mi cliente.

—Pero su esposa está complicada en el asunto —insistió Della—. El debería saberlo.

—¿Por qué está ella mezclada en el asunto?

—Estuvo en el motel; tenía los mejores motivos del mundo para querer desembarazarse de Denham. Jefe, tú sabes tan bien como yo, que si ella fue allá es porque pensó que Binney Denham se disponía a exprimir a su marido; y no estaba dispuesta a soportar tal cosa. Para ella sólo había un medio de terminar el asunto.

—¿Quieres decir que mató a Denham?

—¿Por qué no?

—En un caso como éste —replicó el abogado con tono reflexivo—, no sabemos con lo que nos enfrentamos, tan misteriosas resultan aún las circunstancias del asesinato; y cuando se descubren, a menudo es demasiado tarde para proteger al cliente. En el caso que nos ocupa, protejo a mi cliente.

—En tal caso, ¿no estás obligado a hablarle de su esposa?

—Soy abogado —replicó Mason meneando la cabeza—. Debo aceptar la responsabilidad de ciertas iniciativas. Bedford ama a su esposa; probablemente más que ella a él. Este matrimonio ha sido para él como un acceso a una forma de existencia romántica y completamente nueva. Si le digo que su mujer fue al motel y que puede ser considerada sospechosa, Bedford se las dará de héroe; se acusará, para prevenir la eventualidad de que su esposa fuese culpable.

Della Street reflexionó un momento y después preguntó:

—¿Crees que la policía descubrirá hoy mismo que Bedford está complicado en el caso?

—Probablemente —repuso el abogado—. Sólo es cuestión de tiempo. Bedford, no lo olvides, es vulnerable en muchos aspectos. Por una parte, dio a los chantajistas un montón de cheques de viaje provistos de su firma; los chantajistas los han puesto en circulación, y esos cheques constituyen una pista que Tragg sabrá seguir. Por otra parte, recuerda el billete que



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